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A la hora de elegir una formación en esta materia, hay que escrutar con alma de Sherlock Holmes el plan de estudio, que entiendo debe ser eminentemente práctico, la metodología, en directo y en diferido, y el claustro de profesores. En este último apartado, es un valor siempre que dicha relación contenga algún magistrado pero no deben ser exclusivamente profesionales de la carrera judicial, puesto que entonces la visión será parcial, ni tienen por qué ser “jueces estrella”. El valor del claustro se encuentra en perfiles especializados en Derecho, Economía o Empresa, y si disponen de doble titulación mejor, junto a una experiencia contrastada. Los perfiles directivos de grandes empresas o multinacionales son interesantes, pero téngase en cuenta que el altísimo porcentaje de PYMEs en el país de referencia exige el profundo conocimiento de ese tejido empresarial específico, por lo que aquellos perfiles que trabajan en la mediana o pequeña empresa, ya sea en sus equipos directos o como staffs, aportarán un grado en la formación que será valorado por el alumnado. Igualmente, se apreciará si el ponente ha publicado sobre cumplimiento normativo.
Por lo anterior, el claustro no tiene que ser extensísimo y sí cualitativamente importante desde la practicidad. ¡Ojo! Porque se suele utilizar una larga relación de “figuras” para enganchar la contratación del alumnado. En muchos casos, estos fichajes estrella o no aparecen, porque actúan de consejo asesor del máster, experto, curso, jornadas o congresos, o dan una clase magistral y “punto pelota”. Lo que necesita el participante es que se le enseñe a realizar un corporate compliance, a analizar los riesgos, a poner en marcha el programa… Práctica, práctica y más práctica, puesto que la teoría ya se sabe donde está. En este sentido, profesionales con experiencia en la implantación y seguimiento de estos programas, con formación reglada en Derecho, Economía, Empresariales, valorándose dobles titulaciones y experticias previas en Compliance, son los más recomendados. Y si se acompaña de un miembro de la carrera judicial también conocedor de estas lides, tendremos un equipo docente, formado por dos o, a lo sumo, tres profesores, de primerísima calidad. ¡Ah! No olvidar que también tienen que disponer de madera de formador, condición en todo caso necesaria.