Cuando trato de la gestión comercial en una empresa, grupo empresarial o corporación, pienso en el conjunto establecido de acciones dirigido a producir, promocionar y vender productos o servicios, ocupándose de los pasos para la creación de valor en productos o servicios de calidad, de cara a la satisfacción de las necesidades del usuario y consumar la preceptiva venta. Se tiende a encajonar la función comercial para la actividad de ventas y, en algunos, casos, marketing. En mi opinión, la gestión comercial debe abarcar también la política de proveedores y el seguimiento de la calidad y excelencia de los productos o servicios: a qué mercados se dirige la empresa, qué productos o servicios ofrecer, qué costes incurrir para establecer los precios de ventas, qué sistemas de información comercial se deben instituir, qué políticas de marketing implantar, etc.
Por lo anterior, la gestión comercial debe evaluarse con detenimiento en un programa de cumplimiento normativo. Por un lado, tendremos la función de proveedores y aprovisionamiento, verificando aspectos tales como el procedimiento de selección de las empresas proveedoras, los conflictos de intereses, la bondad de la información comercial, el cumplimiento de la normativa legal, la política productiva de los proveedores (discriminación, trabajo infantil, acoso y violencia de género, explotación de las personas…), la corrupción, etc. Por otro lado, tendremos la función de clientes y ventas, donde el compliance debe asegurarse de semblantes tales como la honestidad, el respeto, la confidencialidad o la confianza, la bondad de la información remitida a los compradores, el manejo de comisiones, la política postventa, la gestión de las reclamaciones, cumplimiento de la normativa legal en materia de publicidad y marketing, etc. Imagen incorporada posteriormente; fuente: pixabay. Vídeo incorporado posteriormente.